jueves, junio 24, 2010

A propósito del VII Foro

La semana pasada participé en el VII Foro sobre evaluación de la calidad de la investigación y de la Educación Superior, que se celebró en Murcia entre los días 15 y 18 de junio. Para quienes lean esto y no sepan muy bien de qué van estos congresos, les comento que se trata de unas reuniones científicas que, desde hace unos años, viene organizando el grupo de investigación de Gualberto Buela-Casal (Universidad de Granada), conocido, entre otras cosas, por ser el coautor de una serie de artículos que, desde hace unos años, proponen un ranking de las universidades españolas a partir de sus principales indicadores en materia de investigación. Hace unos años intenté acudir a una edición anterior de estos Foros, pero por problemas de agenda de última hora me fui imposible asistir. Este año, en cambio, pude organizarme y aproveché para presentar una comunicación en formato póster, en la que avanzo los resultados de un estudio bibliométrico que estoy realizando sobre la producción  científica que se realiza en Canarias en el ámbito de las Ciencias Históricas. En el próximo Coloquio de Historia Canario Americana presentaré el trabajo final, que espero sirva a los colegas para que todos reflexionemos acerca de los hábitos de publicación del centenar y pico de historiadores que desarrollamos nuestra actividad en las universidades canarias, incluidos los centros asociadores de la UNED.
Como ya me habían advertido algunos colegas que habían asistido a ediciones anteriores de estos Foros, se trata de un Congreso peculiar, en el que participan decenas de investigadores, entre ponentes invitados por la organización y comunicantes (ver libro de resúmenes aquí). Y como suele suceder en eventos con tantos participantes, uno encuentra de todo, desde trabajos interesantes y ponencias relevantes, hasta investigaciones anodinas y comunicaciones irrelevantes (eso si no se cancelaba la presentación  sobre la marcha por incomparecencia del  interviniente).  Mi experiencia personal es que, sin ser uno de esos congresos que le cambian a uno la vida, al menos tuve la ocasión de ver algunas contribuciones especialmente interesantes. De las malas, que fueron unas cuantas,  ya me he olvidado, por aquello de la memoria selectiva.
Lo que sí que me ha decepcionado ha sido la organización, que se salvó por la extraordinaria capacidad de trabajo de quienes llevaban la secretaría técnica del congreso y que, como suele suceder en estos casos, se encargaban de resolver los imprevistos y soportar estoicamente a los congresistas, que no es poco. Una reunión científica de la magnitud de estos Foros debería tener detrás un soporte técnico mucho más profesional, que sepa utilizar,  entre otras cosas, el extraordinario potencial de las TIC. Si el aspecto amateur de la web del Congreso ya me había despertado cierta preocupación, no se imaginan qué pensé cuando contemplé in situ cómo, en pleno año 2010, halguien se atreve a organizar un congreso como si aun estuviésemos en los felices años ochenta.

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